Con el paso del tiempo, la "piel de las manos" se atrofia, se vuelve cada vez más delgada y empieza a evidenciarse la red venosa, que queda demasiado expuesta.
Pero, sobre todo, el pigmento dérmico sufre cambios, que resultan en pequeñas manchas de color marrón, sin rasgos distintivos, llamados "flores del cementerio" o "manchas de la edad".
La mano se empieza a esqueletizar por esta atrofia de todas las estructuras del dorso, y en los casos más avanzados son los músculos interóseos (que se encuentran entre los huesos de la mano) los que dan lugar a profundos surcos.
Por lo tanto, el cambio ocasionado es una suma de varias estructuras como lo son la piel, la grasa subcutánea y los músculos de la mano.
Para quitar las manchas, el método más antiguo utilizado por los dermatólogos es la crioterapia (congelación), con la aplicación de nitrógeno líquido. Aunque el principal riesgo, aquí, es una despigmentación de la piel .
Las técnicas que utilizan láseres, incluyendo fotorrejuvenecimiento con IPL (Luz Pulsada Intensa), han mejorado significativamente las cosas: permiten que las manchas desaparezcan en forma permanentemente en 1-3 sesiones. En muy pocos casos se necesita una mayor cantidad de sesiones.
Para contrarrestar la pérdida de grasa bajo la piel de las manos, el método más ampliamente usado es el relleno con acido hialuronico, una molécula que en el cuerpo actúa como una esponja, ya que atrae moléculas de agua.
Este producto rellena las arrugas de las manos, brinda un soporte a la piel ya que aporta una base de sustentación a la piel y, además, puede ser inyectado en pequeñas dosis en los tendones para quitarle este aspecto de mano esquelética.
Otra técnica implica el peeling mecánico o químico, que al irritar el dorso de las manos lo fuerza a generar nuevas células, otorgándole turgencia y luminosidad debido a la descamación de células muertas y el consiguiente reemplazo por capas epiteliales nuevas desde la membrana basal.
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