Como ocurre muchas veces en cirugía, hay decenas de métodos publicados, la mayoría de los cuales son ligeras variaciones de métodos anteriores. Algunas técnicas tienen incluso nombres registrados (por motivos comerciales y publicitarios). En realidad muchos métodos se parecen entre sí y podemos agruparlos para hacer un resumen comprensible de los mismos:
-Técnicas percutáneas (sin incisiones): Son los llamados “métodos del hilo” u otoplastias sin cicatrices. Son técnicas percutáneas (perforamos la piel en determinados puntos, pero no hacemos incisiones lineales) a través de los cuales pasamos las suturas hasta llegar al cartílago, para plegarlo y aproximarlo al cráneo. La principal ventaja de estas técnicas es que el postoperatorio es mucho más cómodo. También al cirujano le llevan menos tiempo. Son técnicas de resultados algo más impredecibles y con mayores posibilidades de recidiva de la deformidad (que las orejas vuelvan a su posición, parcial o totalmente), por lo que se suelen recomendar sólo para casos muy favorables.
-Técnicas con incisiones cutáneas y manejo conservador del cartílago: Son las más adecuadas para la mayoría de los pacientes y, por lo tanto, las que se hacen con más frecuencia. A través de una incisión realizada en la parte de atrás de la oreja podemos conformar el cartílago mediante rallado en superficie y suturas posteriores. También se pueden aproximar las orejas con suturas entre la concha auricular y la apófisis mastoides del cráneo.
-Técnicas con incisiones cutáneas e incisiones en el cartílago (con o sin resección del mismo): Estas técnicas añaden al grupo anterior un manejo algo más agresivo de cartílago auricular, habitualmente con resección de parte del cartílago de la concha. Estas técnicas son las más adecuadas para orejas muy separadas porque tengan una concha auricular demasiado desarrollada. También son las técnicas más adecuadas para pacientes con un cartílago poco flexible. Algunas técnicas que entrarían dentro de este grupo por seccionar cartílago se utilizan para conformar el pliegue del antehélix. El inconveniente principal es que presentan un postoperatorio más incómodo y en algunos casos pueden palparse pequeñas irregularidades en las zonas donde el cartílago ha sido seccionado.
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