Ya sea por falta de información o por descuido, la mayoría de mujeres no protege su piel adecuadamente frente al sol. El resultado es la aparición de manchas y arrugas prematuras, y lo que es peor, de melanomas y del temido cáncer.
Conscientes de ello, la industria cosmética cada vez más intenta perfeccionar los fotoprotectores para que estos lleguen hasta el corazón de las células y así crear un escudo alrededor de ellas. Además, cada vez más productos tienen multifunciones, son hipoalergénicos, anti-acné, hidratantes, incluyen aguas termales, etc. Sin embargo, ten en cuenta que de nada sirven estas formulas magistrales si no se aplican adecuadamente.
Para saber qué protección proporciona un producto debes multiplicar los minutos que tarde tu piel en ponerse roja sin protección por el numero de SPF. Por ejemplo, si una piel clara tarda 5 minutos en enrojecer, con un SPF 15 (5×15) demoraría 75 minutos. Tras ese periodo de tiempo debes aplicar nuevamente la protección solar.
Encontramos protectores solares en texturas y tamaños para todos los gustos. Hoy en día las formulas son más livianas y fluidas; por ejemplo, los aceites secos proporcionan un brillo radiante sin pegarse a la piel (siempre con una protección alta); las formulas antiedad y para pieles sensibles, permiten tomar el sol mientras calman y protegen la piel.
Para lucir un bonito tono bronceado no hace falta estar horas tumbada al sol sin protección solar o usando fórmulas nocivas que no incluyen SPF (aceites, cremas, etc.). Un protector solar adecuado para tu piel y de un factor alto, sumado a las pautas que te brindamos a continuación, te ayudará a prolongar tu bronceado hasta el inicio del otoño:
Antes de salir de casa (como mínimo media hora antes de iniciar la exposición sola), aplícate siempre el fotoprotector. Úsalo nuevamente a los pocos minutos de llegar a la playa o piscina, ya que durante el trayecto parte de tu piel se ha expuesto a los rayos solares.
Una vez a la semana exfolia tu piel (rostro y cuerpo). Realiza esta rutina durante la noche y posteriormente aplica una buena dosis de after-sun. Al día siguiente de realizar este proceso se recomienda no tomar el sol, al menos por la mañana, ya que la piel estará más sensible que otros días y puede enrojecerse con facilidad.
No dejes de aplicarte el after-sun ningún día. Este es el mandamiento imprescindible si lo que quieres es prolongar al máximo tu bronceado, al mismo tiempo que calmas e hidratas tu piel.
Conscientes de ello, la industria cosmética cada vez más intenta perfeccionar los fotoprotectores para que estos lleguen hasta el corazón de las células y así crear un escudo alrededor de ellas. Además, cada vez más productos tienen multifunciones, son hipoalergénicos, anti-acné, hidratantes, incluyen aguas termales, etc. Sin embargo, ten en cuenta que de nada sirven estas formulas magistrales si no se aplican adecuadamente.
Para saber qué protección proporciona un producto debes multiplicar los minutos que tarde tu piel en ponerse roja sin protección por el numero de SPF. Por ejemplo, si una piel clara tarda 5 minutos en enrojecer, con un SPF 15 (5×15) demoraría 75 minutos. Tras ese periodo de tiempo debes aplicar nuevamente la protección solar.
Encontramos protectores solares en texturas y tamaños para todos los gustos. Hoy en día las formulas son más livianas y fluidas; por ejemplo, los aceites secos proporcionan un brillo radiante sin pegarse a la piel (siempre con una protección alta); las formulas antiedad y para pieles sensibles, permiten tomar el sol mientras calman y protegen la piel.
Para lucir un bonito tono bronceado no hace falta estar horas tumbada al sol sin protección solar o usando fórmulas nocivas que no incluyen SPF (aceites, cremas, etc.). Un protector solar adecuado para tu piel y de un factor alto, sumado a las pautas que te brindamos a continuación, te ayudará a prolongar tu bronceado hasta el inicio del otoño:
Antes de salir de casa (como mínimo media hora antes de iniciar la exposición sola), aplícate siempre el fotoprotector. Úsalo nuevamente a los pocos minutos de llegar a la playa o piscina, ya que durante el trayecto parte de tu piel se ha expuesto a los rayos solares.
Una vez a la semana exfolia tu piel (rostro y cuerpo). Realiza esta rutina durante la noche y posteriormente aplica una buena dosis de after-sun. Al día siguiente de realizar este proceso se recomienda no tomar el sol, al menos por la mañana, ya que la piel estará más sensible que otros días y puede enrojecerse con facilidad.
No dejes de aplicarte el after-sun ningún día. Este es el mandamiento imprescindible si lo que quieres es prolongar al máximo tu bronceado, al mismo tiempo que calmas e hidratas tu piel.
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