Sí. Si te fijas en tu abuela, o en tu madre, verás que sus manos ya no son lo que eran. Las tuyas cambiarán si no lo están haciendo ya. Aparecen manchas del sol, engordan más o, al contrario, se ven más huesudas. Hoy por hoy, es posible modificar lo que no te guste con el tratamiento de la lipoestructura o autoinjerto de tejido graso.
Es una técnica quirúrgica descrita en 1994, por el cirujano plástico Sydney Coleman, de Nueva York. Se basa en la modificación tridimensional permanente de la anatomía, mediante el relleno con el propio tejido graso del paciente, previamente purificado. El proceso es el siguiente.
Según el Dr. Coleman, y sus avances logrados a lo largo de los años, con la lipoestructura se extrae la grasa mediante unas cánulas especiales con microaspiración (utilizando una jeringa en lugar de un aspirador, para que la fuerza de vacío no destruya el tejido), y una vez el tejido ha sido extraído, se procede a la centrifugación estéril durante unos 3 minutos a 3.100 rpm, para separar el tejido graso de la sangre, de la solución anestésica y del aceite. Una vez aislado el tejido graso viable, se procede a su microinfiltración mediante unas cánulas especiales, depositando muy poco volumen de grasa (0,1 milímetro) cada vez, asemejando las cuentas o perlas cuando forman un collar, desde la profundidad a la superficie, por lo que son necesarias muchísimos pases para producir un cambio. Efectuando la técnica de esta manera, aseguramos que la sangre revitalice cada “perla” de tejido graso y el cuerpo lo incorpore permanentemente como tejido vivo propio.
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