viernes, 29 de diciembre de 2017

EVITAR EL DOLOR DE ESPALDA CON LA REDUCCIÓN DE MAMAS

El dolor de espalda es la causa detrás de la mayoría de las intervenciones de reducción de mamas en España, más que la influencia de algunas celebridades o de supuestas tendencias de moda, si bien esta influencia ha contribuido en los últimos años a que las mujeres con un pecho considerado “pequeño”, según los cánones estéticos predominantes, lo asuman con naturalidad. 
Frente a la creencia habitual de que el dolor de espalda de las mujeres con el pecho grande se debe al peso de éste, los motivos principales son las medidas posturales que se adoptan para disimularlo, unas medidas de encorvamiento que son las que generan las molestias, sobre todo en las zonas cervical y dorsal alta.
A las intervenciones de reducción mamaria se someten aproximadamente una de cada 20 españolas que recurren a la cirugía plástica estética. En lo que respecta a su edad, su reparto por franjas es muy equilibrado y se realiza incluso a pacientes de más de 60 años, a diferencia de los aumentos de mama, que se concentran, sobre todo, en los tramos comprendidos entre los 18 y los 44 años.
Otros motivos por los que las mujeres se someten a una reducción mamaria son la aparición de eccemas o de intértrigo (inflamación de la piel en los pliegues de ésta) en los surcos submamarios (la parte inferior del pecho, donde se junta con el comienzo del vientre), la excesiva presión y las marcas acusadas de los tirantes del sujetador en los hombros o las dificultades para la práctica de ejercicio físico.
Es frecuente, pues, que las pacientes acudan a las consultas de los cirujanos plásticos derivadas por sus médicos de atención primaria o por otros especialistas como traumatólogos o reumatólogos. Existen, por otro lado, patologías como la denominada “hipertrofia mamaria virginal”, consistente en un crecimiento desproporcionado de una o ambas mamas en la pubertad o adolescencia, que, aunque benignas, hacen recomendable una reducción.
La intervención de reducción mamaria conlleva la extirpación de partes de la glándula mamaria y de grasa y la recolocación del tejido sobrante. Va acompañada mayoritariamente de una intervención complementaria de elevación del pecho, cuyo objetivo es la reubicación de areolas y pezones.
La duración de la operación puede oscilar entre las dos y las cuatro horas, dependiendo del volumen del tejido a extirpar. Se efectúa con anestesia general y su postoperatorio es cómodo e indoloro al no afectar en ningún momento a los músculos pectorales.
Evidentemente, por su condición de intervención quirúrgica, la reducción mamaria debe realizarse exclusivamente en un quirófano de un centro hospitalario o una clínica. 

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